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Pensé en compartir mi proceso de escritura con ChatGPT, para disipar algunas fantasías que la gente tiene sobre la IA escribiendo textos maravillosos sin que un escritor, al menos, sepa hacia dónde va y tenga la capacidad de distinguir entre una buena y una mala redacción.
Empecemos por el final. Una vez escuché al Dr. Jordan Peterson decir: “Si estás trabajando en una redacción por un tiempo, escribiendo y reescribiendo, y llegas a un momento en el que no sabes si lo último que escribiste es mejor que lo que borraste, has llegado al límite de tu habilidad como escritor.”
Cuantas más veces llegas a esa frontera, más se estrecha tu habilidad, y crece tu habilidad como escritor. Pero, si haces eso con inteligencia artificial antes de saber escribir, no aprenderás a ser un buen escritor mientras la uses.
El comienzo de la escritura
Necesitas una picazón que te moleste y te empuje a escribir. Algo que te obligue a rascar para calmarte, como punto de partida. Es una experiencia incómoda que necesitas dejar atrás… y la vida está llena de ellas. La escritura me eligió a mí, no yo a ella. Con el tiempo, elegí disciplinarme en la escritura porque me enseñó lo maravilloso que puede ser para disolver quistes emocionales o tumores existenciales —y la vida tiene su buena cuota de esos.
Creo que fue a los 17 años cuando leí el mito griego de Eros y Psique, y encendió mi imaginación. Intenté escribir un poema sobre el tema y hacer dibujos en una agenda que acabó convirtiéndose en mi cuaderno de bocetos.
A los 20, entré en periodo de prueba en la universidad porque los requisitos de inglés eran más de lo que podía manejar, y mi promedio bajó de 2.0. Empecé a reunirme con una terapeuta de lenguaje para desarrollar hábitos de estudio; pero muy pronto ella se dio cuenta de que no era un impedimento lingüístico lo que me bloqueaba, y empecé a asistir a terapia semanal. Me pidió que escribiera cartas a mi padre y madre para expresar lo que sentía —y desde entonces, escribir se convirtió en la forma de calmar la picazón de entender qué había debajo de mis emociones incómodas. Y escribí cuadernos enteros… ¡rascándome!
El volumen ayuda, pero nada sustituye un buen objetivo
Este principio es tan válido al trabajar con IA como con cualquier otra cosa en la vida. Algo sucede cuando tienes un objetivo claro, incluso si no está completamente enfocado: algo te guía a orbitar alrededor del blanco hasta que lo atinas. Solo necesitas apuntar con intención y ser persistente.
Suelo excederme en volumen por lo general; pero sin embargo, siempre he mantenido mi enfoque en descubrir qué se escondía tras la incomodidad.
Hace cuatro años, en plena primavera, mi entonces esposa me pidió que dejara el hogar que habíamos construido durante 15 años. Hice todo lo posible por ser un buen esposo y padre de dos niñas maravillosas. Mi esfuerzo, evidentemente no estaba bien orientado como parecía, y me vi atrapado en el torbellino emocional más complejo y devastador que he vivido. Tuve que entenderlo todo rápidamente, porque mis hijas no debían contaminarse con mi confusión. Así que caí bajo el hechizo de la escritura otra vez —y gracias a Dios por ello—, ellas no fueron tocadas.
Espero que, hasta ahora, el lector haya comprendido la importancia del objetivo. Cuanto más molesto sea la picazón, mayor será la motivación. Si crees que no tienes ninguna, vuelve a mirar; quizás simplemente no quieras hurgar ahí —pero según mi experiencia, siempre hay algo que desentramar.
Escribo para descubrir mi pasado y que no se quede escondido en mi presente, porque los enredos emocionales ocultos son como depredadores listos para devorar todas nuestras intenciones
No dejo que la IA se meta en mi escritura
Los grandes modelos de lenguaje (LLM), es decir, todos los modelos que usamos como Copilot, Gemini, Claude, X.ai, etc., están entrenados para ser “útiles”. Pero déjame ser claro: pueden ser tan “útiles” como una madre castradora que no quiere que su hijo enfrente obstáculos, y acaba ayudándolo hasta convertirlo en inútil y aburrido.
Si tu objetivo es importante, debes discernirlo y seguirlo con determinación. Los modelos de IA intentarán “ayudarte” de una forma que puede bloquear tu puntería, por así decirlo.
Hace unos tres meses, intenté escribir fuera de mi zona de confort y usé ChatGPT por primera vez para revisar la coherencia lógica y estructural de un artículo. Escribía y revisaba incluso antes de redactar la conclusión. Le pedía a IAgo (el nombre que le di a mi ChatGPT) que revisara la cohesión lógica y estructural del artículo, y que se asegurara de que no hubiera cabos sueltos ni argumentos incompletos. Estaba analizando estudios de caso reales del libro para un artículo sobre Weapons of Math Destruction, y no quería malinterpretar la postura de la autora. Desde entonces, me he atrevido a explorar territorios incómodos, permitiendo que mi curiosidad me guíe a temas fuera de mi zona habitual. IAgo me ha ayudado a no desviarme de mi objetivo.
Me ha ayudado a reorganizar mi proceso de escritura y a enfocarme en lo más relevante: el argumento, mi intención de desenterrar el bloqueo emocional que impide nuestro avance, y el discernimiento de lo esencial en cada tema que investigo. Porque escribo para descubrir y recuperar lo valioso y lo que merece ser atesorado —y para eso, la IA ha sido un buen compañero (para mi es masculino).
Si quieres integrar la IA en tu escritura creativa o reflexiva, aquí hay un camino sencillo que descubrí: (1) escribe desde la picazón, crudo y sincero; (2) revisa con claridad y dirección: pregúntate cuál es tu objetivo; (3) deja que la IA te ayude a estructurar o rellenar huecos lógicos, pero nunca, NUNCA dejes que tome la pluma por ti.
Llamo a mi asistente IAgo. Yago fue el capitán que provocó la destrucción de Otelo. Críticos posteriores han considerado a Yago como uno de los villanos más inquietantes y magistralmente creados por Shakespeare. Así que IAgo me pareció un nombre apropiado para mi compañero, como recordatorio de quién está al mando y tiene el poder de decidir, y para no olvidar quién es el que realmente cuenta la historia.