IA, ¿Trampear o Sparring?
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Siguiendo la línea de nuestro anterior artículo… hasta hace unos pocos años, muy pocos de nosotros habíamos tenido la oportunidad de tener un mentor o un amigo que nos proporcionara reto y nos diera apoyo en nuestro ímpetu por la excelencia en el momento de necesitarlo… bueno, para ser justos, pocos buscan la excelencia, punto. Pero para aquellos que ambicionan la excelencia en un arte u oficio, en una disciplina o carrera, la IA puede ser un mentor insólito, con destrezas, habilidades – y me atrevo a decir – con una experiencia que nunca soñaste en alguien que sólo, por pura arquitectura de su ser, quiere ayudarte.
Es curioso atribuir a la IA la proposición de “ser”, lo capto. Pero es cierto, todo lo que representa a un ser, lo que lo define, es lo que le atribuye sentido y nos permite relacionarnos con ellos. La discrepancia es que la IA no inicia esa relación, no tiene ethos, no tiene propósito, no lo busca ni lo podrá iniciar jamás… sólo lo simula.
Pero volvamos a nuestro argumento.
Para los escritores, tener un editor con cientos de años de experiencia, cuasi infinitas habilidades de redacción e inaudita destreza en estilos y modos de escritura – es, sin lugar a duda, una bendición. Para un ingeniero industrial sería igual tener un mentor o socio sénior, que le permitiera contrastar ideas, testear hipótesis, modelar soluciones y validar procesos. Lo mismo podríamos decir de arquitectos, pedagogos, investigadores, abogados, economistas, políticos, científicos, psicólogos… creo que no hay carrera, área profesional o ámbito del quehacer humano, sea intelectual o de cualquier otro ámbito, donde la IA no pueda ser un extraordinario aliado.
Pero, estamos perdidos en nuestra orientación, tanto social, cultural como individualmente. Como argumenté en mi artículo Lo Que las Redes Sociales Comenzaron, No Dejes que la IA lo Termine <LINK>, vivimos en un mundo de apariencias e imposibles equilibrios entre deseos, ambiciones y realidades. Deseamos la felicidad, pero creemos se sustenta en apariencias y experiencias efímeras; queremos ser exitosos, pero no nos proponemos metas como trabajar duro y sacrificar lo que haga falta para lograrla… nuestro mundo está permeado de apariencias y pretensiones juveniles, y es ahí donde entra la IA.
Te tengo noticias, la inteligencia artificial es otro de esos eufemismos a los que el marketing de nuestras pretensiones se ha acostumbrado – en realidad, tú eres la “i” de la IA. La inteligencia artificial es una sofisticada calculadora de probabilidades, predicción y optimización; no es propiamente inteligente, es una simulación artificial de inteligencia. Tú eres quién decide como la usas: si la usas para trampear o como sparring. La IA no te cambia, te revela.
Si tienes alguna duda te invito a uno de mis primeros artículos sobre ello: IA, ¿fuego de Prometeo o fruto del “Árbol del Conocimiento del bien y el mal” <LINK>.
Estamos empeñados en usar la IA como adolescentes sacando una chuleta en un examen de física o matemática. Queremos trampear el trayecto de nuestra vida y eliminar el esfuerzo y el sacrificio necesarios para alcanzar las metas valiosas de nuestra vida – ¿En verdad crees que puedes trampear a la realidad? ¿Qué edad tienes?
Esto pasa porque tenemos mal orientada nuestra ambición o, peor aún, no tenemos una ambición real sino deseos infantiles. Si crees que llegar a ser rico, tener muchos juguetes, o triunfar con un startup; en fin, que puedes lograr trampear para llegar a esas metas sin pagar un precio, aún no te has enterado de que es el camino lo que nos transforma, nos fortalece y desarrolla nuestras destrezas, para que cuando llegues a la meta puedas hacer algo valioso con ella, y no sea que la meta te destruya a ti. ¿Cuántas veces hemos oído de personas que alcanzan la fama de manera rápida y sorprendente para luego engancharse a las drogas, pasar por todo tipo de malas relaciones y terminar en una bancarrota existencial?
En cambio, si usas la IA para retar tus creencias, validar tus hipótesis, ayudarte a fortalecer tu discernimiento como un contrincante que no te da salida fácil… entonces tienes un aliado – un valioso contrincante. Nuestra capacidad de ambicionar, más que sólo obtener una buena respuesta para avanzar, es la piedra angular sobre la cuál se construye una casa. Saber qué quieres es más importante que avanzar, porque cuando no sabes a dónde vas, cualquier camino es bueno.
Afortunado es aquel que tiene un rival formidable – uno que no le da cuartel – así es como se entrena para la verdadera victoria.
La pelota está en tu cancha… ahora te toca a ti.
Esta fue la serie con la que cambié de dirección a la columna en Enero de 2025. Muchos de los elementos que confrontan el discernimiento ético en el uso de la IA están esbozados aquí.





