Este artículo es una continuación del anterior… [LINK]
“El dialogo interior es la oración o plegaria más común en todos nosotros, reafirma el ÍDOLO que hemos modelado de nosotros mismos: quién creo que soy.
Toma perspectiva de cómo opera y hacia dónde apunta esa plegaria... porque puede que estés yendo a aguas tempestuosas.”
Hay al menos tres elementos fundamentales para personas que quieren modelar sus vidas en función del crecimiento y una transformación sostenida… es la guía de un bien orientado diálogo interior en todo ser humano: la disciplina, la humildad y el agradecimiento.
Con tu determinación en sostener estos tres fundamentos, descubrirás la estrecha apertura al inmenso potencial que puedes llegar a ser; abrirás los ojos y lograrás entender por qué, a pesar de todo, siempre debiste ser agradecido.
La disciplina
Tu dialogo interior es caótico, salta como un mono de rama en rama, agarrando ahora una rama, ahora otra, buscando saciar a cada instante su “estómago vacío”. Hay dos elementos indispensables para que tu vida avance: una meta que te oriente y la firme decisión de avanzar hacia ella para alcanzarla.
Tu principal trabajo es orientar tu vida hacia donde tú decidas apuntar… pero cualquier marca no es buena; eso ya lo hemos tratado en los anteriores artículos... ¡puedes avanzar hacia el desastre!
Lo primero es que los caballos estén delante de la carreta y que tú tengas las riendas. El que tu dialogo interior sea caótico, que vayas siendo distraído a cada instante como un animalito curioso, es un problema, porque tu consciencia tiene acceso a infinidad de estímulos e inputs que desconoces y no todo es edificante o conveniente. Cuando comienzas, lo más importante que puedes implementar en tu vida es poner en orden la mente y ello sólo se logra con disciplina.
Somos seres dirigidos por los hábitos, quién eres está altamente modelado y estructurado por lo que estás acostumbrado a hacer. La disciplina genera hábitos y establece prácticas, que no son otra cosa que una programación de comportamiento que te organizan y constituyen; los malos hábitos, con el tiempo, te hacen llegar al objetivo que al que se orientan. Si comes desordenadamente y mal, a la obesidad; si trabajas para poder tener y comprar lo que otros valoran, te estás encerrando en una cárcel donde los otros tienen la llave; cuando quieras salir te exigirá mucho esfuerzo para poder escapar del atolladero en que te has metido.
Darren Hardy menciona como un avión que sale de New York con rumbo a Los Ángeles, SI desvía 2º grado su orientación, termina llegando a San Francisco (libro Efecto Compuesto). Igualmente, James Clear, un especialista en hábitos, confirma que no son los grandes esfuerzos los que cambian el rumbo, sino los minúsculos cambios sostenidos en el tiempo (libro Hábitos Atómicos). En un momento muy duro de mi vida, tender la cama y hacer mi espacio acogedor y estéticamente bello, al igual que mantener mi habitación y casa en orden, fue el anclaje clave para la transformación que mi vida necesitaba para salir de una crisis devastadora.
Tu eres tus hábitos. Reconoce cuales son y sustitúyelos; comienza a implementar hábitos que apunten a una meta más ascendente: primero ordena, segundo define orientación en ascenso… tu vida se transformará como un milagro delante de ti y el agradecimiento aflorará de manera espontánea.
La humildad
La mayoría de nosotros somos condescendientes con los demás y presuntuosos de nosotros mismos. Nos erguimos como jueces de personas y situaciones con tanta facilidad que funciona como una pantalla y nos impide ver qué está frente a nuestras narices: nuestras carencias.
Nuestra percepción observa la realidad y la va descubriendo como capas de una cebolla, van desde lo superficial hasta el infinito… tan basto como el universo; por eso somos nosotros como somos. La habilidad que te permite profundizar en esas capas, sean las de la realidad externa o la tuya interior, es una humildad curiosa. Por ello…
Jesús llamó a un niño y, poniéndolo en medio, dijo: Les aseguro que, si no cambian de conducta y vuelven a ser como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. El más importante en el Reino de los Cielos es aquel que se vuelve pequeño como este niño.
— Mateo 18:2-4
La capacidad de ver con asombro, de entrar en la aventura, de enfrentar las dificultades como un juego no es de los resabidos que lo saben todo, sino de aquellos que ven a otros o las circunstancias con asombro y buscan aprender para hacerlo igual o mejor que los que son muy buenos haciéndolo.
Si tuviéramos que aprender a caminar de viejos, nunca lo haríamos, no podríamos avanzar a través de la humillación y vergüenza de hacer lo que otros parecen hacer con tanta facilidad. Si tuviéramos que padecer salir de una “cárcel”, como un bebé transita por el cuello uterino para salir del útero, quedaríamos atorados y moriríamos en el intento; por ello son tan pocos los que pasan por la estrecha puerta que se abre para alcanzar la vida plena.
Entren por la puerta estrecha. La puerta que conduce a la perdición es ancha, y el camino fácil, y muchos son los que pasan por ellos. En cambio, es estrecha la puerta y angosto el camino que llevan a la Vida, y son pocos los que los encuentran.
— Mateo 7: 13-14
No puedes acceder a la multidimensionalidad y complejidad de la realidad sin humildad. Por lo que “no juzgar” es un primer esfuerzo, sea de juzgar personas o situaciones. No juzgar no es un fin, es el punto de partida que me revela quién creo que soy, ya que revela mi carencia y esconde mi real orientación: encubre la verdad de mi actual identidad… pero somos como imberbes que no aprendemos de nuestros errores y continuamente tropezamos con la misma piedra sin avanzar.
La humildad es el marco mental y emocional que me permite enfrentar la vida en sus términos y aprender quién soy y cómo avanzar… y cuando te descubres con esos ojos, la amplitud interior se expande y te transformas en una persona agradecida… ¡indispensable para que sepas quién eres realmente!
… Para el próximo martes continuaremos cerrando este artículo.
Por ahora reflexiona y pon en acción aquello que ha despertado todas estas ideas.
¡La acción disipa toda inercia!
EL PUNTO a la i
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