Nuestros grandes conflictos en la vida están relacionados siempre con la identidad, este tema en el ser humano es crucial para entender claramente qué es importante, dónde pongo mi atención y qué estoy haciendo. Si no tengo claro eso, me duermo al volante de mi vida y quién conduce es mi inconsciente… y así vamos, como carritos chocones, dando tumbos por las bandas de las circunstancias siempre pareciendo que nos salimos de la carretera, y por una suerte de la providencia, volvemos a tener otra oportunidad en vez de irnos por un barranco.
Para la muestra un botón
Hace unos 30 años yo me casé, al principio era todo ilusión, pensaba que acercaría a mi nueva esposa a la espiritualidad que yo vivía tan intensamente; pero fue al revés, yo me dejé conducir por ella hacia vivir en la inconsciencia: pensaba que ayudaba a otros, incurría en deudas, cumplía horarios, asumía responsabilidades y creía que todo eso me llevaba a un destino seguro; cuando en verdad no veía a dónde dirigía el carro que conducía, tampoco había definido con claridad el POR QUÉ me levantaba cada mañana.
A los tres años vinieron las consecuencias de estar dormido al volante, no tuvo nada que ver directamente con mi matrimonio, pero luego de unos meses de mi divorcio se inició una profunda crisis con mi madre, que me hizo darme cuenta cuan dormido venía conduciendo al estrellarme contra las consecuencias de mis omisiones. Empecé a buscar responsables y asignar culpas; este suceso despertó todas las rabias y temores de mi adolescencia que, aunque ya las había hecho aflorar, reconocido y creía resueltas, estaban ahí, latentes, agazapadas, esperando mi cándida confianza en que podía confiar en otros la conducción de mi propio vehículo.
Me tardé casi siete años en descubrir que me había quedado dormido al volante y entonces tuve que asumir responsabilidad y recoger los pedazos de todas las estupideces y tratar de sanar las relaciones rotas por mi propia miopía.
El GPS y el Destino
Es un error creer que estás yendo a un destino si no lo has definido con coordenadas claras y precisas; aun así, lo que lo clarifica plenamente es hacer el camino hacia ese destino. Porque a diferencia del GPS, en la vida tienes que ir corrigiendo mientras te aproximas, parte porque vas clarificando y afinando el destino, otra porque te das cuenta de que no era lo que en verdad querías. Todo ello va modelando quién eres.
Si estás asumiendo responsabilidad por un trabajo, si vives según tus posibilidades y no por encima de ellas, si eres un buen amigo, actúas de manera honesta y tratas de hacer el bien, te felicito eres un “buen ser humano”; pero, aunque todo el mundo a tu alrededor te valore y te lo reconozca, aun cuando te estés ganando bien la vida y te responsabilices por tu familia, puede que estés dormido al volante. El GPS puede decirte el sentido correcto en las calles y avisarte de los STOP o de los cruces, pero no puede decirte a dónde ir; es una herramienta que bien usado y con claros objetivos, te orienta... nada más.
Tu identidad, es decir, el Destino que es lo que incluyes en el GPS para que te direccione, eres tú quién lo tiene que definir.
¿Por qué digo que el “Destino es tu identidad”? Porque lo que te define es lo que haces, lo que haces te dirige a un lugar y si no tienes dirección, estás dando círculos, no importan cuán bien te esté yendo. Es un hecho que cuando estás perdido, tu sentido de orientación (inconscientemente) te devuelve a tu punto de partida para que no te pierdas por completo. Así pasa cuando dejas a tu subconsciente conducir tu vida (o lo que es lo mismo: no defines con claridad tu meta), te devuelve una y otra vez al mismo punto de crisis, se repiten los contextos y las circunstancias, generando un continuo déjà vu.
Nada te desconcierta más que, cuando estás tratando de hacer las cosas bien te pasan adversidades; te descoloca a tal punto que, si eres un creyente, te hace dudar de Dios y si eres un ateo, te hace un poco más cínico… al final entras en un descenso.
Estamos inquietos y desnudos mientras no nos vistamos con Valor; ese valor es aquello hacia lo que te orientas y si apuestas todo por alcanzarlo, te construye.
Por mucho que adornes y decores tu ego, le aportes logros y reconocimientos, si no tienes un Destino claro y definido, estás perdido y no te das cuenta porque los demás valoran dónde tú estás. Los huecos existenciales no se rellenan con cosas o experiencias… sólo se rellena cuando te orientas a un destino trascendente, entonces tu vida cobra sentido y descubres que se a colocado un escalón bajo tu pie.
¿Cuál es el Destino que vale la pena?
Puede que estés enfocado en tu carrera y el bienestar de tu familia es importante, eso es bueno, pero necesitas definir con claridad ese objetivo y, para que sea transformador de verdad, ese objetivo tiene que trascender tu propia vida. Una vez, en el último día de un curso de 10 días donde explorábamos nuestra consciencia durante 10 horas todo el día, investigando nuestras trabas y quién éramos, nos proponían desarrollar unas metas para el próximo año y los próximos 10 años. Luego de trabajarlas y redactarlas, nos proponían un cuestionario, las diferentes metas se enfrentaban a un escrutinio para ver si tenían real sustancia y aguantarían la inclemencia del tiempo y la adversidad. Nos cuestionaban si las metas tomaban en cuenta nuestros talentos, si nos motivaban, si eran realmente un reto y, lo que a mí me parece lo más importante, si eran beneficioso para otros o sólo para mí.
“Cuanto más se olvida uno de sí mismo – entregándose a una causa a la que servir o a otra persona a la que amar – más humano es y más se actualiza.
La autorrealización sólo es posible como efecto secundario de la autotrascendencia.”
Viktor Frankl
Definir nuestro destino tiene que incluir a los demás, es algo que tenemos grabado en fuego en nuestro ADN. Hay valores que son intrínsecos en nuestra identidad y estar centrados en nosotros mismos “exclusivamente” va en contra de nuestra biología y hasta nuestra sobrevivencia; es más, es la raíz de todo mal.
Hay dos partes que funcionan coordinándose en nuestro cerebro para que nuestra experiencia asemeje una unidad: los hemisferios izquierdo y derecho. El hemisferio izquierdo se enfoca en un objetivo y un detalle, el derecho en el contexto y las circunstancias; si sólo nos enfocáramos en lo que queremos sin interesarnos en el entorno, hace mucho que nos hubiéramos convertido en comida de depredadores y hubiéramos pasado a la lista de razas extintas. Lo que ambiciono tiene que incluir el entorno si quiere sobrevivir la prueba de la adversidad y el tiempo.
Sobre la identidad
“Cada acción que realizas es un voto por el tipo de persona que deseas convertirte. Ningún esfuerzo por sí solo transformará tus creencias, pero a medida que se acumulan los votos, también lo hace la evidencia de tu nueva identidad.”
James Clear
Nada te orienta mejor que un Destino trascendente, no porque aporte dirección, que también, pero porque te fortalece y te apoya en excluir otras opciones al seguir una dirección objetiva. El camino hacia el éxito está en todos los NO que dices en los cruces que aparecen (Steve Jobs); eso sólo lo puede hacer una persona centrada en una identidad que está orientada a algo trascendente y no autocomplaciente. “¿Quién soy?” es la pregunta más importante que puedas hacerte en tu vida; lo único que rebaza esa pregunta, es tu “buena respuesta”.
No existe una respuesta que nadie pueda darte a ¿Qué pongo al final como meta? Cuando personas o grupos han seguido el camino de alguien dándoles esa respuesta, se han formado sectas, han sucedido aberraciones… es tú trabajo y sólo tú puedes contestar esa pregunta. En tu habitación o en el medio de un bosque, luego de calmar un poco tu mente, pon tus manos en el corazón y pregúntale:
¿Qué tengo que buscar y seguir en mi vida para vivir a plenitud y convertirme en quién vine a este mundo a Ser?
… luego calla y ¡ESCUCHA!
Puede que tengas que hacer varias veces la pregunta y escuchar por un tiempo, no todo se te da cuando te da a ti la gana… pero, cuando estés bien encausado, ya verás con claridad a los “otros” que también transitan esa carretera.
Hemos oído mucho, “el éxito es complicado”, “no es fácil vivir a plenitud”, “no sueñes que te vas a estrellar” … al final, vivir no es tan sencillo. Hay dos elementos que son por demás esenciales, el GPS y el Destino. El GPS es tu sentido de orientación, éste se alinea cuándo eres brutalmente honesto contigo mismo y llamas las cosas por su nombre, sin importar cuanto duela. Sin embargo, el GPS sin el “fin último” no te lleva a ningún lado; cuando comienzas ese camino, puede que inicialmente no estés bien orientado y tu Destino no lo hayas calibrado bien… no importa, corregir orientación en el camino es de sabios. Simplemente no te creas esa mentira, la de “no es tan sencillo”… sí lo es, siempre lo ha sido… vivir a plenitud es sencillo y es gratis, pero tiene un precio que no todos están dispuestos a pagar: equivocarse, caerse, y cuando ya no puedas más, volver a empezar, nunca desistir… ama la vida con todo tu corazón y busca la Verdad que te está buscando a ti, es una importante parte de en quién tienes que convertirte.
Próximo miércoles…
¿Por qué las grandes historias nos mueven emocionalmente?
Las series y las películas nos atrapan de una manera muy visceral, descubre qué tienen para mover nuestras emociones y cómo puedes utilizarlas para despertarte a la acción.
EL PUNTO a la i
El historial de la columna está en cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.