Todo apunta a la Solución
Entremos en el Corazón del Ciclo CIRUGÍA DE CORAZÓN ABIERTO
Hace unos 300 años, entrado ya el período de la ilustración, la ciencia, el nuevo “arte” de aquel momento, comenzaba enunciando el gran paradigma: “el Universo es un complejo mecanismo, como un gigantesco reloj”, la idea era que podíamos descifrar sus reglas, leyes y fundamentos y alcanzar la plenitud del conocimiento. Esta premisa fundamental movió los esfuerzos del conocimiento y nos impulsó, transitando por creer que era la solución para el “hombre ilustrado” y que no necesitábamos a Dios… hasta llegar a inicios del S.XX con Einstein y sus famosas teorías, que abrieron la puerta a la Física Cuántica y luego la Cosmología moderna... y nuestro mundo cambiaría para siempre. A través de una suerte de descubrimientos, teorías, los hombres y mujeres de ciencia que han tenido la osadía de hacer preguntas por demás incómodas, hoy día sólo un seudo científico o los desinformados creen que el Universo es un gran mecanismo; si no por otra razón, porque porque su interconexión no es lineal y hay un misterio envuelto en “qué está detrás de cada nuevo descubrimiento”, algo que no podemos comprender o discernir. Claro, nosotros somos la representación más fiel de ese Misterio: somos Consciencia; el misterio escondido desde el espacio vacío entre los elementos subatómicos, hasta en lo profundo de todo el Cosmos.
Qué podría contestar un pez si le preguntaras ¿Qué es el agua?
Recuerda: si no has leído los anteriores artículos sobre este ciclo (CIRUGÍA DE CORAZÓN ABIERTO) te invito a que los revises, porque en este ciclo, más que en ningún otro estoy construyendo sobre las ideas que anteriormente hemos compartido.
El Corazón Humano es la bisagra de todo el Universo
En las relaciones humanas podemos descubrir todo el abanico de la realidad del Universo. Permíteme dar un ejemplo de una experiencia por demás humana y contemporánea: un divorcio.
Dos increíblemente complejas Galaxias se conocen, desde lejos parecen algo unificado y sencillo, con bordes definidos y con movimientos aparentemente lentos y “predecibles”. Comienzan a compartir, a conocerse; digamos que se sienten bien cuando estás dentro del campo de gravitación cercano uno del otro; y cuando se alejan, no hacen otra cosa que recordarse y querer acercarse de nuevo. Un día deciden unir sus grandes realidades y formar un Cluster (grupo) juntos y se casan.
Por un tiempo están distraídos experimentando la novedad de haber formado un espacio juntos: la casa, los muebles, la decoración, los momentos juntos. Pero los inmensos “cuerpos” que son, del que desde lejos sólo se reconocía “la sencilla forma y los movimientos predecibles”, comienzan a rozar uno con otro y las chispas comienzan a saltar. De repente, comienza cada uno a sentir partes de su Galaxia que no conocía porque son afectados por la gravedad de mi, en otro momento, “adorada” galaxia contraparte.
Y si vienen hijos o hijas, ya ni te digo, completos sistemas solares son afectados… desde nuestra más profunda realidad descubrimos aquello que nos dio forma y condicionó quién soy, porque cuando aparecen los hij@s, nos reta a definir qué entendemos es valioso y cómo lograrlo. Porque al final, mis hijos validan lo que “entiendo” que soy o creo que soy… es importante, muy importante, y muy dentro sentimos cada uno, es “como debe ser”... porque ¡YO estoy bien! …los demás no lo sé.
Una vez hay hijos, nuestras vidas no son nuestras, son de ellos… si no te das cuenta de ello, no has estado viviendo, estás centrado/a en la mentira que desestabiliza sistemas solares: ¡yo soy el fin último de lo que soy! Cumplir mis deseos, tal como aparecen, me completa.
Lo interesante es que hay innumerables momentos en las interacciones de las Galaxias que se unen, situaciones que apuntan hacia lo que se espera de ellas, cómo dejan de ser dos y se conviertan en un una Galaxia compartida. Pero eso es aterrador, hay partes del otro/a que me descolocan, me enredan y desubican… pero ¿En verdad sabes dónde estás o quién eres? Aún antes de unirte; aún cuando simplificaste a modos inauditos la realidad de tu galaxia y’ la del otro/a [¿?]
Discernir quién somos es más sencillo con otro con quién tenemos el compromiso de hacer esto que llamamos vivir. Parte porque reconocemos con más facilidad las “ilusiones” que tenemos que soltar, parte porque si no tuviéramos las incomodidades de compartir la misma Galaxia, si fuéramos nosotros y nuestro espacio exclusivamente, no tendríamos el valor de soltar aquello que me da “ilusión”.
¿Cómo separas dos Galaxias que se unieron y formaron nuevos mundos sin destruir lo que “ahora” son y lo que juntos crearon?
En nuestro Corazón descubrimos todo esto, pero vivimos de espalda a ello. Los tiempos de nuestra vida son insignificantes cuando no hemos descubierto para qué nacimos y por qué vivimos… y eso también está escondido en tu pecho y vibra con cada inhalación y exhalación.
La humildad del verdadero científico
Un científico de verdad es alguien comprometido con la búsqueda de la última verdad que puede descubrir en ese algo que decide investigar y hurgar para hacerle confesar todo lo que es. Generalmente “ellos”, los científicos de verdad, se centran en elementos físicos y tratan de depurar lo que es de lo que no es en aquello que investigan. Las verdades que descubren son como antorchas que depuran para entregar a aquellos que lo relevan para que, ellos a su vez profundicen más y hurguen una “verdad” más escondida y profunda. Pero, y hay un enorme pero, la pirámide de valores y criterios no está en la mente, se atesora en el corazón, y éste es del mismo fundamento que aquello que investiga… lo más único y básico, la consciencia, y ésta no es material.
Yo no sé tú, pero yo busco entender y profundizar en aquello que da sentido, reconocer la belleza, discernir entre el bien y el mal y develar cuan valioso todo es y cómo la fuente del deseo en el ser humano puede ser Oro… si lo investigo con la humildad y la determinación de hurgar en lo más profundo de mi Corazón la Verdad que es el misterio en el Universo.
Próximo martes…
Confesiones de un bólido arrepentido
A veces es bueno retomar nuestra historia personal para discernir de dónde venimos y dónde en verdad queremos ir… y sobre todo el ¡cómo!
EL PUNTO a la i
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