Desde hace muchos años he puesto en marcha innumerables planes y metas para un nuevo año, al igual he leído y he estudiado sobre formación de hábitos y herramientas para soltar malos hábitos… creo entender a un nivel profundo nuestro dilema cuando no sostenemos las metas del nuevo año; aquí mi pequeño aporte para darle una vuelta de tuerca a tu “¡Feliz Año Nuevo!”
La parte que tú no puedes controlar
No sé si crees en tal cosa como la Conspiración del Universo. Es una suerte de alas o “positiva casualidad” que las circunstancias generan cuando tú estás bien alineado hacia lo que buscas; es decir, cuando lo que tú ambicionas, lo que tú crees y lo que es mejor para ti están en sincronía.
En lograr objetivos, la voluntad es importante, igualmente la perseverancia, pero si tu orientación está desalineada con tu verdadero bienestar, encontrarás trabas y obstáculos… muchas veces son para que tú redefinas tus objetivos, otras para que desarrolles tu carácter… siempre para que clarifiques tus POR QUÉs; en otras palabras, surgen para fortalecer tu orientación.
La parte que no puedes controlar es tu coach, es tu guía. Los obstáculos y las adversidades son tus mejores aliados; no son algo a superar, son algo a incorporar… no siempre, pero la mejor manera de disolver una adversidad es incorporarla y aceptarla. “Una vez que aceptas tus limites, puedes rebasarlos“ – Albert Einstein. Lo que pasa es que, por lo general, con la adversidad generamos resistencia, nos interpela con ese odioso “¿Quién soy?” y no nos gusta la respuesta, así que resisto el revés.
Los obstáculos y las adversidades están para afianzarte en tu camino, para desarrollar tu voluntad y perseverancia, para forjar tu carácter… agradece los obstáculos y adversidades, son tus mejores amigos... ¡al igual que tus enemigos pueden serlo!
Los dos mayores detrimentos para perseverar y lograr una meta de un nuevo año son: creer que el valor que apunto con la meta es completamente cierto y beneficioso para mí; la verdad no es evidente, hay que hurgar para encontrarla, y muy especialmente nuestras motivaciones. El otro detrimento es no permitir que los obstáculos modelen nuestra estrategia y acción; somos demasiado rígidos en nuestras creencias y es la flexibilidad la que se mantiene ante los vientos huracanados, no la rigidez.
Mi motivación está más escondida de lo que creo
Lo más importante en una meta no es la meta, es lo que la sostiene. Así, “leer más libros” o dedicar más tiempo a actividades creativas” o ”horrar más dinero” o “ser más productivo en el trabajo o los estudios” o “mejorar los hábitos alimenticios” o “hacer ejercicio regularmente”; no tienen la fuerza de sostener el fuego que alimenta el motor para perseverar hasta lograr el objetivo. Lo que sostiene una meta es el PARA QUÉ. Aquí viene el tema coyuntural de todo: si ese “para qué” está desalineado de quién eres en esencia y fundamentalmente, tu objetivo fracasará irremediablemente.
A ver cómo puedo explicarlo en pocas líneas. Por ejemplo: aunque sentirte reconocido y apreciado es importante, si haces algo por lograr ello, lo que crees que es la meta fortalece es en realidad un vacío… y por tal, tu intención está dividida. ¿Quieres “ser más productivo en el trabajo” no para desarrollarte y hacer mejor aquello en que inviertes más de la mitad de tu tiempo despierto, para edificar tu carácter y desarrollarte como persona, sino para generar más dinero y poder tener mejores vacaciones y, quizás inclusive, poder restregarle en la cara a otros que tú puedes más de lo que ellos te reconocen capaz? Ver esa diferencia no es aparente, está escondida y requiere intención y valentía… porque, por lo general tus motivaciones reales están escondidas… y si logras el objetivo, “ganar más dinero”, “ponerte en forma y más atractivo/a” o cualquier otra, por razones que están de espalda de tu verdadero interés e identidad, aun cuando logres el objetivo, socavará la alegría y fomentará resentimiento.
Así pues, generalmente el menor precio a pagar es no lograr el objetivo… y por eso se cae el sostén energético que impulsa los objetivos del Nuevo Año.
Nada fortalece más que identificarte con quién en verdad eres
Un “gurú” del tema de hábitos, James Clear, claramente establece lo esencial de los hábitos:
La clave para desarrollar hábitos duraderos es centrarse primero en crear una nueva identidad. Tus comportamientos actuales son simplemente un reflejo de tu identidad actual. Lo que haces ahora es un reflejo del tipo de persona que crees que eres.
En otras palabras, “me alimento bien porque soy una persona saludable.” Yo iría más lejos y más profundo, “soy una persona feliz porque no importa lo que venga, sé que puedo integrarlo y hacer de ello algo valioso.” Afianzar una identidad es un esfuerzo sostenido, es mucho más importante que ninguna otra meta, es la madre de todas las metas.
Puede que tengas un pobre imagen de ti mismo o puede que tengas una sobrevalorada imagen de ti mismo, pero si no asumes lo que crees, no sabes si es verdad… o ¡qué es verdad! El dilema del ser humano arranca y arriba muy especialmente en el tema por excelencia, la Identidad… ¿QUIÉN SOY!
Y no la podrás alterar si no la conoces.
Mi esfuerzo por discernir eso puede ser un muy interesante punto de partida para el Nuevo Año 2025. Las identidades se sostienen por continuidad de mensajes que resuenan dentro de nosotros y la corroboración de las circunstancias afuera que le reafirman… ¿quieres cambiar el dialogo interior? Has un esfuerzo consciente por cambiar esos mensajes, escribe notas en la nevera, en tu espejo donde te maquillas o afeitas, en tu escritorio, pequeños mantras que sirvan como plegarias interiores que te recuerden la identidad que quieres afirmar y rézalos interiormente muchas veces al día.
¿Sabes que va a pasar? Tú vas a cambiar, y esas plegarias y mensajes, escritos o repetidos en tu cabeza van a generar sorpresas… la Conspiración del Universo va a generar coincidencias.
"Cuando rezo, ocurren coincidencias; cuando paro, no ocurren".
– William Temple (1881-1944)
Próximo miércoles…
Preguntas que despiertan esperanza
Hace mucho mi vida fue transformada por 3 preguntas: “¿Quién soy?” “¿Dónde estoy?” y “¿Para qué estoy aquí?” Cuando fuimos adolescentes esas preguntas estaban tácitas impulsando todas nuestras hormonas. No podemos evitarlo, es algo de la pasta de la que estamos hechos; pero, si no las explicitamos, tarde o temprano tu vida te las responderá en forma de un divorcio, una enfermedad, un despido… y puede que no te agrade el reflejo de ‘en quién te has convertido.’
EL PUNTO a la i
El historial de la columna está en www.cdots.substack.com por si quieres revisar artículos anteriores.