Adolescentes: el drama de definir la identidad
Este artículo fue traducido con la asistencia de ChatGPT
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El período por excelencia de “formación de identidad” es la adolescencia. Nuestros jóvenes enfrentan tantas tensiones a esa edad: la ambivalencia de la publicidad, la extrema presión de la comparación que inevitablemente surge de las redes sociales, el estrés de tener a los 16 el cuerpo de una persona adulta pero la mente confundida de quien intenta definir quién es… todo ello tensionado por la poderosa energía de la invocación sexual. ¡No es de extrañar que los adolescentes estén más perdidos que nunca!
La mayoría de los adultos, especialmente los padres, han olvidado cómo era ser joven; y aunque no lo hayan olvidado, las circunstancias de ser adolescente hoy no tienen nada que ver con las de hace 20 o 25 años.
¿Cómo podemos, como padres, ser una ayuda sólida?
Para empezar, no podemos ser sus amigos ni sus compinches… Como escuché decir a un experto en adolescentes: puedes elegir ser su amigo cuando son niños o cuando son adultos, pero no puedes elegir ambas. Los adolescentes anhelan que les pongamos límites, aunque los resistan. Añoran los límites porque aún no tienen orientación. Su experiencia es como ir en un coche a toda velocidad por una pista de carreras, pero con el volante desconectado de las ruedas delanteras – y aun sienten el desafío de ir más rápido que los demás.
Nuestro reto como padres es ayudarlos a reducir esa frenética velocidad. El mayor valor de un viaje es disfrutar del paisaje y de los encuentros en el camino hacia tu destino. Ese paisaje es compartir tiempo con quienes viajan a su lado: su familia y sus amigos.
¿Cuál es el núcleo de la adolescencia?
Ellos están definiendo su identidad. Sus relaciones con sus amigos – quiénes son entre ellos – para ellos es más importantes que la familia; sin embargo, la familia les da un punto de referencia. Por eso, se sienten más tranquilos si pasan tiempo con quienes les son cercanos. Entiendo perfectamente, no es nada fácil. A veces parecen caballos salvajes que se resisten a ser montados, pero en el fondo lo aprecian, porque ese es el punto de referencia del que vienen. Para complicar todo, sumar el aderezo sexual a la receta, termina girando en torno a la sexualidad la definición de su identidad, lo cual confunde lo que realmente importa en la vida. Así que, aunque te enfrenten, haz que pasen tiempo con el “equipo familiar.”
Recuerda algo muy importante: tu tarea es ser su punto de referencia en la formación de su identidad. Los padres debemos tenerlo claro: los límites son la única manera de expresar cuidado e interés hacia nuestros adolescentes.
EL PUNTO a la i
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