En la declaración de independencia de los Estados Unidos de Norte América en Julio de 1776 se encendió una mecha:
Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres son creados iguales, que su Creador los dota de ciertos Derechos inalienables, que entre ellos se encuentran la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad.
Interesante palabra “Derecho”, hoy día pareciera que es ha derivado de garantizar a recibir, pero es algo que en verdad se requiere proteger. Para que el estado pueda “proteger” el pilar de la realidad que sostiene absolutamente todo, que no es otro que “todos somos iguales” y que somos “libres” para buscar la Vida, la Libertad y la Felicidad, son indispensable dos cosas: que sepamos QUÉ estamos protegiendo y que TODOS nos responsabilicemos en hacerlo.
La declaración de independencia de los Estados Unidos de Norteamérica marcó el principio del final de una época en el S.XVIII. Había comenzado con el renacimiento a comienzos del S.XV y para mediados del S.XVIII la ilustración junto con el inicio de la ciencia comenzarían una maravillosa transformación de la historia de occidente; fue la mecha que encendió el nuevo paradigma del conocimiento y el despertar a otro modelo rompiendo el molde representado por el Derecho Divino de los Reyes que aparentemente sostenía todo. La revolución americana y luego la Francesa fueron las que iniciaron esta nueva etapa de los Derechos Inalienables que formaron la modernidad: muy especialmente El ser humano tiene el “derecho” de buscar su propia felicidad.
Un Koan Zen
Los Koan son historias que utiliza la disciplina del Zen. Esta vertiente del budismo educa y forma a sus seguidores con relatos con el “objetivo” de desencadenar Satori, ese instante luminoso del despertar en la consciencia del ávido estudiante.
Una sencilla taza de té
Había un anciano maestro Zen llamado Nan-in a finales del S.XIX, su fama se remontaba a una larga tradición de antiguos maestros. Una tarde un profesor de la Universidad de Tokio vino a visitarle queriendo indagar sobre el Zen.
– Maestro, soy profesor de la Universidad de Tokio y quisiera conocer mejor qué es el Zen.
El monje sin mediar palabra se levantó lentamente, dada su avanzada edad, saliendo de la habitación y dejando al aspirante sentado esperando. Pasado un rato, el anciano volvió trayendo una bandeja con una tetera caliente y dos pequeñas tazas; el monje colocó las tazas y comenzó el elaborado ritual del té. El profesor sentado frente al maestro le miraba con atención y en silencio.
El anciano colocó la taza frente al profesor y lentamente comenzó a llenar la taza con el humeante té, la taza se iba llenando y una vez llena el anciano siguió vertiendo el líquido y éste comenzó a desbordar el recipiente.
El profesor, alarmado que el maestro no dejaba de verter té, dijo alarmado:
– Deténgase.
Pero el anciano continuó vertiendo sin reaccionar en lo más mínimo.
Erigiéndose consternado, el profesor alzó la voz diciendo
– Está lleno, ¡no cabe más!
Con suavidad el anciano dejó de verter el té y miró a los ojos del desconcertado hombre y le dijo:
– No tengo nada que enseñarte si tú estás lleno de todos “tus” conocimientos.
Vivir es un deporte de riesgo
Tomemos un derecho, “la búsqueda de la Felicidad”, es importante, cierto; pero no puedes vivir sin recibir golpes o darlos, consciente o inconscientemente. La historia de la humanidad está repleta de eventos donde grupos de personas, en nombre de una verdad, atacan, destruyen y hasta matan a otros por estos no estar de acuerdo con “su verdad”… todos ellos buscan su felicidad; tanto las víctimas como los victimarios. Así que aquello que hay que proteger lo tenemos que hacer todos juntos.
Por ello, es indispensable discernir qué es Felicidad, para en realidad entender que derecho queremos proteger.
PRIMERO: “si estás lleno de ti mismo, nada nuevo puede entrar en tu vida”
El principal vicio que anima todo mal y le hace crecer es el orgullo que desencadena en la arrogancia. Tú dirás, – Uff, estoy salvado, no soy arrogante – uno de los síntomas de la arrogancia es creer que tú tienes la razón por encima de los demás… y ese mal lo padecemos todos, es una de las facultades que usa tu biología para preservar tu vida – la incertidumbre paraliza; nuestro cerebro no le importa la calidad de vida, sino su permanencia en el tiempo.
Nuestra taza está llena de nuestros gustos, nuestras creencias y nuestras ambiciones… no hay cabida para nada nuevo. Cuando alguien no está de acuerdo con nosotros, nos peina a contra pelo, o peor, nos ofende. Vamos por los corredores de nuestro día repletos de nosotros mismos y sintiéndonos inflados cuando personas o circunstancias nos confirman nuestras tonterías y, si algo o alguien las reta, nos desinflamos o nos molestamos. Somos como niños malcriados, sin poder suficiente para poner todo en el sitio donde creemos que las cosas tienen que estar… por ello, nada peor que darle poder a alguien que “se siente en desventaja” (mantén esta idea en mente, volveremos sobre ella).
"Amo a aquellos que pueden sonreír ante los problemas, que pueden sacar fuerzas de la angustia y volverse valientes mediante la reflexión. Es tarea de las mentes pequeñas encogerse, pero aquellos cuyo corazón es firme y cuya conciencia ratifica su conducta, perseguirán sus principios hasta la muerte."
-Leonardo da Vinci
SEGUNDO: la Felicidad es esquiva
Te equivocas si piensas que buscando la felicidad la puedes encontrar, la felicidad te atropella cuando estás afanado haciendo cosas que valen la pena y descubres que tiene sentido y valor, independientemente de que las cosas salgan como tú quieres. La descubres como resultado al encontrar que tienes algo en qué invertir y dedicar tu tiempo A PESAR DE TODO, entonces revelas agradecimiento y te sientes pleno.
Me incomoda decir lo siguiente, porque la palabra clave tiene mucha carga cultural y desdibujamos su significado profundo, pero no hay otra manera… el camino hacia la felicidad lo descubres porque el “relato” que has decidido empuñar te da Esperanza. Crees… mejor, SABES que es el camino correcto y apuestas todo a ello.
Cuando la gente se suicida es cuando el relato que se cuenta carece de toda esperanza, “no hay nada que pueda hacer, siempre voy a estar aquí”, entonces la muerte es un alivio.
TERCERO: sin humillación no hay crecimiento.
Madurar es igual a despertar, cuando éramos pequeños estábamos indefensos; con suerte, nuestros padres protegieron nuestros espacios para que creciéramos sin demasiados traumas. Pero nuestro mundo está roto, nuestros padres también estaban y están rotos. No es que no seamos en lo profundo algo maravilloso, lo somos… pero ese brillo sólo aparece cuando permites, conscientemente, que las adversidades de la vida froten contra tu alma sin protegerte; entonces reconoces que necesitas quitar el óxido que la cultura y tus errores han anquilosado tu realidad más profunda. Y, si al aparecer el primer reflejo de luz, buscas protegerlo y aislar todo a su orilla para que no se vuelva a oscurecer, dejas de frotar y descubrir la superficie para que más luz entre a tu presente.
Creer que puedo imponer “mi felicidad” a los demás es no entender, ni quién somos ni lo que necesitamos para ser felices. Necesitamos las correcciones de nuestro entorno para pulir y aflorar quién podemos llegar a ser: son muy pocos los que pueden discernir, cuando la corrección de la vida es o no provechosa… mejor aceptar el escarmiento.
¿Cuál es la medida para saber si es “una humillación que te corrige” o es una injusticia?
Una manera de saber si es una humillación es si desplazas la causa fuera de ti: “él o ella o las circunstancias son los responsables”; entonces es cuando necesitas mirar adentro y reconocer qué creencia está siendo “amenazada”. Si al aceptarla profundizas en paz, descubres algo muy importante de quién en verdad eres.
Foto @Leroy_Skalstad
Algo curioso, cuando ya estás ahí, no necesitas poner a los demás en “su lugar”, reconoces que ellos están fuera de quién en verdad son y, por tanto, igual aceptas la “experiencia” y mirándole a los ojos sientes con aprecio: “¡tu taza también está llena!”
EPILOGO: El Derecho de ser
El derecho no implica una dádiva, sino una responsabilidad, lo ejerzo protegiendo no el mío mismo sino el de todos los demás… sino, no es Derecho, es un arma que utilizo para colocarme yo encima de los demás… y eso tiene otro título.
Los derechos de las personas transgénero
Si un hombre y una mujer están viviendo una disforia de su género, es algo muy duro de atravesar, lo reconozco: sentir que las cartas que has recibido en la vida contradicen todo lo que sientes. Todos, de una manera u otra, tenemos que enfrentar la experiencia de recibir una mano de cartas equivocada, pero estoy seguro de que, lo que menos necesitan los que lo padecen esto en su género vital, es que todo el mundo se convierta en paladines defensores de ellos... por una razón muy sencilla, si aceptan la protección indulgente están aceptando que son víctimas y se están escudando de la “humillación” que les hace crecer; además empoderan sus creencias de confusión y le dan la fuerza a los que les “protegen”. Además, forzar a los demás a qué les acepten a expensas de que toda la fuerza de la ley les caiga encima, hace que en realidad busquen la atención y notoriedad, que sin lugar a duda les hará un gran daño.
Cuando eres el foco de toda atención, te conviertes en una suerte de comodín de la cultura para que otros te usen para sus propias agendas... y eso también tiene otro título.
Por otra parte, si los que padecen de disforia de su género no aceptan dicha situación y buscan con tesón aclarar sus conflictivas circunstancias, la tensión exterior se reduce y, aunque haya segmentos reducidos de la población que les rechace, todo ello servirá para afianzarles en su verdadera identidad.
Si alguien que vive una disforia de género trata conscientemente de dilucidar su situación, estoy absolutamente seguro de que no quiere ni necesita adalides protectores que les garanticen sus derechos… que además ya están recogidos en los derechos inalienables de la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad.
Próximo Miércoles…
Sexo, pornografía y adolescentes
EL PUNTO a la i
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