No sé si crees en otras dimensiones de la realidad o si eres uno de esos que creen sólo en lo que pueden ver y tocar… no voy a entrar en aquello de que el átomo, la unidad de la materia, está formado en un 99,9% de vacío y que aún hoy no sabemos nada acerca de lo que constituye ese vacío, de que NO VEMOS sino proyectamos sobre la pantalla de la realidad nuestras creencias y somos inconscientemente selectivos en qué vemos y cómo lo interpretamos… así que lo que observamos y tocamos podemos decir es una proyección o una ilusión. No quiero reflexionar sobre eso, quiero enfocar el tema de la dimensión a la que no tenemos acceso directo con nuestros sentidos, pero tiene la potencialidad de influir y condicionar la experiencia y calidad de lo que vivimos: es una Dimensión Escondida… descubrir qué es, cuáles son los obstáculos y peligros que alberga y cómo accedemos a las bondades en ella.
En el artículo anterior La realidad es un lienzo de múltiples dimensiones apuntamos dos elementos fundamentales: hay una dimensión, a la que NO tenemos acceso sensorial ni directo, tiene la capacidad de influir en la vida personal, social e, inclusive, histórica de la sociedad; lo segundo, existen “realidades” o entidades en ella que tiene la facultad de devastar nuestra vida y nuestro mundo a niveles insólitos. Esto último implica que posiblemente también puede bendecir y transformar nuestra vida y nuestro mundo a niveles insospechados.
Si luego de leer el artículo anterior, no estás aterrado de lo que te puede suceder si eres inconsciente de tus actos, mejor deja de leer ahora, porque en realidad no aprecias cuento te va la vida en profundizar la realidad en que estás sumergido. ¡No pierdas tu tiempo!
El Cuerpo y el Espíritu
Pnévma (Griego: pneuma) o aliento, lo que según los antiguos griegos Estoicos era la fuerza generadora de orden y vida (aún con todos los avances de la ciencia y la tecnología no hemos podido descubrir que es la vida o la consciencia). Más de 1000 años antes, en la Biblia, el Espíritu de Dios (hebreo: Ruah) infunde en la tierra (hebreo: adamá) para animar a la Humanidad (hebreo: Adám). Lo que “sabemos” es que la voluntad humana tiene su fundamento en el espíritu, en una fuerza interior, no en la Razón; es decir, es una fuerza escondida en nosotros, que nos impulsa a actuar en una dirección y con un objetivo específico; si acaso, el propósito de la razón es direccionar la voluntad, aunque en algunas personas tengo mis dudas.
El ámbito o reino de esa fuerza ES esa Dimensión Desconocida a la que no tenemos acceso directo con nuestros sentidos. Pero tenemos una mala visión de la relación entre ellos, el mismo error que cuando creemos que el alma de un individuo está “dentro” del cuerpo y cuando morimos es como si rompiéramos un huevo, se libera lo de adentro; no es así, es el alma que sostiene el cuerpo, igual que probablemente el vacío cohesiona la materia del átomo. El Espíritu sostiene el cuerpo, igual que la razón dirige al hombre o cómo cada una de nuestras decisiones nos crean a cada acción: “somos seres espirituales teniendo una experiencia humana” (Teilhard de Chardin).
Podemos deducir por tal, que hay algo nuestro escondido en esa dimensión, algo que los seres humanos compartimos, que probablemente rige y precede en nosotros nuestra fuerza interior y orientación; puede que sean las raices de nuestro subconsciente. Adicionalmente, allí es donde estamos todos conectados y formamos una unidad: la Humanidad.
Si en una casa donde viven 4 personas llega un nuevo integrante, sea un bebé, un abuelito, durante una mediana o larga permanencia, impacta la experiencia de vida en esa casa, cambiándola por completo. ¿Por qué? Porque la dimensión que todos comparten cambia de manera inmediata, por todo aquello que no vemos o sentimos. Con cada acción, con cada pensamiento, intención o motivación, reformula lo que compartimos y lo que somos en conjunto, condicionando la experiencia de vida de TODOS como unidad.
Hay una parte importante de nosotros que está “sumergida” en esa Dimensión Desconocida, aun cuando yo no soy consciente de ello. Concluimos en el artículo anterior, que en ella “habitan” entidades que pueden influir en mí, que hay algunas de esas entidades que pueden ser destructoras de la realidad humana; puede perfectamente ser que aquello adverso a mí, utilice lo que desconozco de mí, en contra mía de mí mismo. Este tema ha sido tratado innumerables veces en las mitologías de todas las culturas, también por los escritores Bíblicos, y más recientemente por Dante, Shakespeare, Blake, Goethe, Dostoievski… es una pasión de aquellos que exploramos el Espacio Interior… voy a utilizar como ejemplo un texto (con una ligera licencia literaria):
…no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino aquello que vive en mí.
Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo este (…) mal que está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley del Bien; pero veo otra fuerza en mis miembros, que se rebela contra (…) mi mente, y que me lleva cautivo a la destrucción que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Romanos 7:19-24
¿Puedes reconocer esta realidad en ti?
Los escritores bíblicos llaman esa fuerza externa que nos empuja en la dirección opuesta a nuestro bien, el Pecado. Los seres humanos estamos rotos; no sabemos cuándo comenzó, yo creo que es consecuente de cuando entramos en la consciencia y, asumiendo una identidad propia, nos vimos y sentimos separarnos de todo. Entonces apareció la tentación: “si yo estoy separado de todo, YO puedo ser señor y dios de todo”, y nos embarcamos en esa aventura. Ya en las primeras páginas de la trama bíblica del Genesis se encarna la personificación del Mal en la serpiente que tienta a Eva. Natural que hubiera sido la mujer, ellas son mucho más sensibles a esa Dimensión Desconocida; por lo general ellas están más desplazadas hacia ésta y de aquello que es etéreo, nosotros, los hombres, al ámbito práctico del mundo y la actuación.
La personificación del Mal en una serpiente no es casual, ellas han sido nuestro adversario desde que vivíamos en los árboles; por otro lado, los dragones que míticamente han sido nuestros adversarios son una composición de todos los adversarios del ser humano, pero muy especialmente de la serpiente. Así que en la Dimensión Desconocida habitan adversarios al ser humano que tienen su mayor ventaja de acceder e influir en nosotros porque les desconocemos o ignoramos; tienen una capacidad de descarrilar nuestras decisiones y vida, es como si se encarnan interiormente ese monstruo o dragón que viven dentro nuestro… ¿Qué puedo hacer? Y, más importante aún, ¿Habitan allí sólo monstruos? ¿Cuál es la jerarquía de todos los seres que habitan ahí?
El lenguaje religioso
Sé que hay muchos que les rebota el tema religioso, pero quizás es muy importante retomar y poner en perspectiva el tema del Mal y el Bien, o Dios y el demonio. No podemos evadir este tema, necesitamos incluir en nuestro lenguaje esas “fuerzas que están más allá de nuestro control”, exige de nosotros retomar con inteligencia este lenguaje.
Igual que el dolor es una realidad que es evidente y no necesita nuestra fe o racionalización, cuando sufres un dolor agudo: existe y punto; igual es el Mal. O ¿vamos en verdad a discutir, por ejemplo, que el mal no se apoderó de toda la nación germana e hizo el mayor daño que pudo hasta que fue derrotado en el “mundo físico” en 1945?
Sin embargo, no podemos alegar que dicha Dimensión Desconocida es exclusivamente el reino del mal. Está ahí y accedemos a él inconscientes de ello, porque tenemos una “antena” o más aún, una realidad en nosotros que es parte de ella: la Consciencia. Quizás es ese Aliento que nos diferencia de otros mamíferos. Es como si nosotros estuviéramos en medio de todo el espectro de estas “dos” dimensiones; somos el punto de confluencia entre el Mundo Físico y el Reino Espiritual.
El Reino del Espíritu
Nosotros vivimos con un pie en el mundo físico, con todas sus limitaciones, exigencias y condiciones, donde “por cada acción hay una reacción igual y opuesta” (3ra Ley de Newton), donde la ignorancia de la ley no exime de sus consecuencias, es decir: cada uno de nosotros cosecha lo que siembra a pesar de ser ignorante de lo que sembró. El otro pie lo tenemos en el Reino del Espíritu que es en esencia potencialidad infinita, carencia de secuencia temporal, impermanencia pero a la vez contundente “solidez”… donde todas las contradicciones habitan sin conflicto pero afectan al mundo físico inexorablemente… es más, son su manantial de fortaleza, sentido y creatividad.
Para el ser humano vivir de espalda a ese Reino le convierte en marioneta de aquello que invoca desde su subconsciente. Para aquel que moldea su vida en lo físico con disciplina, orden y orientación, el Reino del Espíritu le impulsa a completarlo, aun cuando no coincida con sus intenciones conscientes. Pero si no enfocamos nuestra atención e inteligencia en entender lo incomprensible de ese Reino, vamos dándonos golpes por el callejón de nuestra vida.
Para suerte nuestra, hay un Algo en dicho Reino que nos impela a que le conozcamos, ese “algo” es una fuerza que quiere nuestro Bien. Sabios a través de milenios le han reconocido como El Bien Supremo… por otra parte hay otro “algo” que no quiere que le conozcamos, más bien se esconde en la sombra de nuestra ignorancia y desinterés, buscando nuestro descalabro.
Es una Invitación Divina, pero es solemnemente una decisión personal, sólo tú puedes aceptar esa invitación.
¿Cómo acepto esa invitación del Bien Supremo del Reino del Espíritu?
Humildad: aceptar que ESTOY ROTO y SOY IGNORANTE de lo que en verdad es valioso e importante.
Agradecimiento: ser agradecido por TODO lo que aparece en mi vida.
Apertura: mantener la curiosidad como principal rasgo de mi carácter.
Perseverancia: cuando reconozca algo como bueno, bajo mis propios criterios, seguirlo sin duda manteniendo en el corazón el punto 1 y 3.
Valentía: cultivar la paciencia y la disposición abierta ante la vida a pesar de las circunstancias: “al final todo concluirá bien, y si no está bien… no es el final”.
“En verdad te digo: el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es espíritu.
Juan 3:5-6
Para ser plenamente humano tienes que nacer de nuevo y “si no cambias y te haces como niño, no puedes entrar en el Reino de Dios” (Mateo 18:3). Nos va la vida fomentar en nosotros la intención (espiritual) de ser como niños, que buscan la Verdad y el Bien sin reservas, como cuando quieren jugar. Recuerda, hay un Algo muy poderoso que te apoya desde lo más escondido dentro tuyo para impulsarte a ser plenamente quién viniste a ser… ¿Qué esperas? Toma la iniciativa.
Quizás el 99,9% del vacío que hay en el átomo, probablemente es la “evidencia” del Reino del Espíritu sobre la creación. Cuando descubramos el misterio de ese vacío en la creación, quizás ya seamos lo suficientemente sabios colectivamente para dar gracias y rendirnos a su Mejor guía.
Te invito a que hoy te dediques 5 minutos
Entra en tu habitación o un espacio donde puedas estar solo y sin distracciones. Siéntate cómodo, respira dos inhalaciones profundas y con ellas suelta todas tus preocupaciones… y con la tercera siente todo tu cuerpo y está presente.
Luego, en tus propias palabras, invoca:
“Bien Supremo, desde lo más profundo de mi ser te llamo.
Te pido que me ayudes a vivir a plenitud aquello que me invita a ser plenamente yo.
Enséñame a ser agradecido y dócil a vivir en la gracia y la fuerza que me construye.
Ven a mi corazón y enséñame el Reino que me construye a cada momento.”
…y si todo esto es VERDAD?
Próximo martes…
Un documento ancestral sobre Sabiduría
Haré una introducción con referencias al más importante documento de la humanidad que investiga el tema de la Sabiduría a profundidad a través de 3000 años, incluyendo material de tradición oral previos a la escritura.
EL PUNTO a la i
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