La palabra WONDER en inglés es una de esas palabras imposibles de definir, mientras más tratas de clarificarla, más profundo su significado se torna. Su traducción va de los verbos y adverbios hasta los sustantivos: maravillarse, asombrarse, preguntarse, admirarse, sorprenderse, es también un milagro, un portento, un prodigio… y todo ello sólo es el abreboca de lo que es la adolescencia. Esa etapa es el fundamento al inicio de la consciencia joven para derivar en la adulta.
Con todos los avances de la ciencia y del conocimiento, aún no hemos comenzado a raspar la superficie de lo que es la consciencia; y en la adolescencia comienza esa maravillosa etapa adulta de ello que marcará la vida de un ser humano hasta su último aliento. Modelará, aunque no limitará, su personalidad, despertará rasgos que atraerán ciertas experiencias a su vida; y es importante que entiendas algunas importantes realidades de este milagro.
Los adultos tenemos la oportunidad de “influir” en la vida de un adolescente, es una maravillosa providencia; para “bien”, sólo cuando podemos salir del marco de juicio y adentrarnos en el de admirarnos sobre aquello de que vamos a ser testigos.
Foto: Behind the scenes: designing the Golden Snitch
El Snitch es parte del juego de la vida
Es importante entender algo acerca de cómo llega a nosotros y nos impacta la vida. Cuando estamos viviendo nuestras vidas cotidianas: entretenidos desayunando, haciendo la compra, en el carro o transporte público de camino al trabajo o en una reunión… la vida nos acontece; algo sucede, aparece un Snitch que increpa mi atención e “exige” una respuesta.
Puede ser un acto de gentileza de alguien, ser testigo de una discusión de pareja, alguien me inoportuna con algo… yo sólo veo afuera lo que de alguna manera está aquí dentro y proyecto en lo que veo, aquello que “detona” una emoción. Si alguien “nos hace algo” que genera rabia en nosotros, esa rabia tiene vida propia y aparece para mostrarnos algo escondido; para sacar la rabia de nosotros es necesario un proceso, quizás es esa la razón. Todo ello es tan increíblemente potente, casi alienígena a nosotros, por lo que los antiguos pensaban que todo ello era un juego de los dioses y que nuestras circunstancias de vida eran el tablero de juego de las deidades. Esa idea tendemos a descalificarla como supersticiosa, pero hay algo muy interesante en ese proceso: cuando una emoción “nos agarra” de verdad, difícilmente podemos deslastrarnos de ella; más aún si nosotros morimos esas emociones viven y siguen vivas en otros “mortales”, como dioses. En realidad, son una atracción intoxicante y a veces no queremos permitir que se vaya, cerramos la ventana luego de que entra, para no permitirle que huya.
Pues esto comienza a un nivel extraordinario en la adolescencia. Es por excelencia la etapa donde el individuo es agente de las fuerzas telúricas de las emociones y las ideas, siendo el adolescente su epicentro. Esas experiencias son capaces de generar todo tipo de increíbles situaciones que pueden, desde transformar al adolescente hasta causar situaciones de increíble tensión y hasta peligro. Al final la vida es un deporte de riesgo, la muerte siempre está en juego; en ningún momento de la vida es tan evidente y palpable como en la adolescencia. Tanto ellos, aunque no lo parezca, como nosotros, reconocemos los riesgos de la etapa y, dependiendo del cómo viven está extraordinaria etapa, marca quiénes llegarán a ser en la adultez.
La ventana de la consciencia
Nuestra libertad no está en poder hacer lo que queramos, sino a qué abro o cierro la ventana de mi consciencia. Cuáles emociones, que surgen de la vida, le doy mi cuerpo y mente para que se encarnen. Alguien me corta en el tráfico, aparece el Snitch de la rabia; dejamos que esas emociones nos seduzcan, atraemos las situaciones que se generan y luego culpamos a aquellos que fueron agentes o actores del teatro que yo he montado.
Nada es más importante que hacer que los jóvenes reconozcan esta dimensión de la vida, vean y se den cuenta del “juego” en que están metidos. Porque esa dinámica es la que se está comenzando a formar en los adolescentes, es el portento que altera sus vidas: “las situaciones que generan”, “las emociones que buscan”, “cuáles dejan que les atrapen”. Si los adultos de referencia sean profesores, padres o cualquier forma de autoridad, no son conscientes en ellos mismos de esa dinámica o peor aún, los critican, presionan y descalifican, ellos se dan cuenta y los adultos se excluyen de poder influir en el proceso… entonces son los ciegos los que guían a otros ciegos.
Alegoría sobre la ausencia de límites
Del libro Familias, cómo Sobrevivirlas de Robin Skynner y John Cleese
Si estuvieses en una habitación 100% oscura sin absolutamente ninguna fuente de luz, sentado en una silla, y una voz dijera: “enciende la luz”. A tientas te levantas y comienzas a buscar una lámpara o una pared para encontrar un switch de la luz. Cuando comienzas a alejarte de la silla sin encontrar la luz, empieza una sensación de vacío e inseguridad. Llega un momento que no sabes si encontrarás una pared o si inclusive el suelo tendrá un hueco por el que puedes caer… mientras no consigas una pared o un límite, todo será fuente de estrés y desasosiego.
La silla es donde el niño ha estado desde que nació; es un lugar seguro, claro y definido; “sabe dónde todo está y lo que se espera de él.” Cuando el niño llega a los 13, todo su ser le impulsa a salir de la silla, del lugar seguro y definido: a encender la luz. En el proceso de tantear a oscuras, si consigue una pared, le da certeza, pero si al tantearla la pared cae, entonces la incertidumbre es mucho peor. La seguridad y amor de los padres ya no le reafirman, algo en él le impulsa a buscar más, esa es la “voz” que le hace levantarse de la silla. Por ello la amistad es tan importante en esta etapa, es un nuevo punto de referencia y reafirmación. Hay un PERO crucial: el adolescente “sabe”, muy adentro suyo, que sus amigos no lo tienen del todo claro tampoco y, cuando no hay límites bien definidos, el estrés va in crescendo. Lo único que le permite a un adolescente avanzar y afianzarse son límites claros y definidos.
Los límites que los padres deben establecer
Hace unos 25 años formé un hogar con una pareja que tenía dos hijos, entre ellos una hija adolescente de 11 años. La entrada de ella a la adolescencia, fueron años duros y de increíble riesgo para ella; sus ocurrencias y actos le pusieron en peligro inminente de muerte o peor. Un muy buen amigo que es un maravilloso profesional terapeuta con amplia experiencia, además de un gran ser humano, le conté la última ocurrencia de la “niña”, y directamente le pregunté: ¿Cómo podemos controlar esta situación?
Él fue claro y directo:
No hay nada que puedas hacer para controlar a un adolescente. No pongas muchos límites, solo las necesarias para que la situación no se desborde y ella esté en riesgo… como si quieras encausar un río y evitar un desbordamiento. Eso sí, esos límites tienen que ser sólidos no importa cuánto ella empuje, no puede ceder. Y lo segundo es igual o más importante, que ella sepa y sienta que UDS están presentes, que si les necesita estarán ahí incondicionalmente.
Tienes que ser paciente y esperar a que la etapa pase.
La adolescencia es un volcán, no hay manera de detenerlo, sólo puedes evitar los riesgos de esa etapa con límites. Pero si tratas de poner muchos limites, no podrás implementarlos o sostenerlos en el tiempo. Tienes que definir las batallas que vas a librar.
Herramientas fundamentales para gestionar la adolescencia en casa
Para recapitular las áreas que hemos mencionado, hay tres habilidades que, curiosamente, desarrolla un terapeuta en su relación con un cliente, y nos ayudará a visionar nuestro trabajo como adultos de referencia con los adolescentes.
Límites claros permiten una relación fructífera (aunque no pacífica)
Necesitas saber cuáles son las áreas que pueden generar situaciones claras de riesgo y allí poner límites y dejarles saber cuál es ese límite y que es muy importante que lo respeten porque si no habrá consecuencias. Definir un área clara, les permite descubrir y explorar dentro de esa área, ahí es donde ellos pueden florecer y en verdad disfrutar.
Cuando los niños son pequeños es más fácil reconocer ese proceso, defines un límite con claridad: “no puedes ver ahora ninguna pantalla”, ellos entonces se enfrascan en jugar con su imaginación. Pero si ellos comienzan a decir con insistencia que quieren ver la TV o el Tablet, que están aburridos y por desesperanza cedes, estás frito, cada vez te costará más poner el límite y cuando entonces por necesidad lo impones, el niño le costará mucho más disfrutar del espacio que genera el límite. Con el adolescente pasa exactamente igual, (ejemplo) negocia con él una hora de llegada, “hasta las 12 de la noche”; si eso lo sostienes con claridad y firmeza, él/ella podrá disfrutar hasta que llegue la hora. Sin embargo, si cree que puede aplazar esa hora, entonces estarán todo el tiempo pensando lo que tienen que hacer para “empujar” el límite sin disfrutar del tiempo que tiene. Esto no quiere decir que no cedas alguna vez, lo cuál puede ser importante, pero claramente le confirmas el por qué cediste, y aprovechas para marcar un comportamiento que quieres que asuma y repita para que suceda. Aplazar el límite, es claramente una excepción y no la regla.
Otra cosa, cumple todo lo que digas vas a hacer.
Lo que sostiene los límites es tu credibilidad.
Mi experiencia, tanto cuando yo era adolescente, que le pedía a mi papá que fuera más estricto, como con mis hijas ahora: los adolescentes agradecen los límites, aunque los pelen… les demuestran interés y que ellos son importantes para ti. Mi hija nos dijo a su madre y a mí el otro día: es que Uds me quieren demasiado, aludiendo a los límites que le poníamos. Ellos se dan cuenta, aunque lo digan como algo negativo.
Escuchar muestra el Wonder
Reconozco que ésta es un área de mejora que yo personalmente tengo pendiente y que necesito profundizar. Cuando he escuchado a mi hija sin juzgarla, han pasado extraordinarios intercambios que nos han unido y dónde he aprendido de mí mismo a la vez… es mágico.
Los adultos tenemos un problema, creemos que sabemos qué necesitan nuestros hijos adolescentes; no conocemos su mundo, los valores que representan sus grupos sociales y que anhelan lograr, pero creemos saber qué es lo que ellos necesitan hacer. Nuestros adolescentes son súper héroes en gestación, tienen todos los poderes, pero están latentes; dónde ellos pongan su atención, desarrollaran ese poder. Observa, escucha, calla, no reacciones a sus caprichos o provocaciones… te están casi gritando lo que necesitan. Si lo haces medianamente bien, escucharás cuál es el límite que te piden, entonces dáselos… lo que en verdad te piden es atención.
Todo al final terminará bien… y si no está bien, no es el final
Quizás la habilidad más significativa es el acto de fe extrema de que son capaces, y sin saberlo tratas de que florezca al poner límites y escuchar… los terapeutas profesionales saben claramente que sus clientes tienen lo que necesitan para resolver sus vidas, y esta actitud e interacción causa algo mágico: lo logran. La sed es un anhelo que tiene un fin: el agua. Los adolescentes buscan qué poner arriba en la cúspide de la pirámide, para descubrir por qué quieren vivir; esto quiere decir que SÍ EXISTE ALGO por lo que vale la pena todo el esfuerzo en esta vida. Normal que se pierdan tratando de encontrarlo, estar centrado y en balance a la vez que hacer un esfuerzo por alcanzar un límite es una contradicción; o estás centrado o te estiras al máximo para alcanzar algo más allá de tu límite.
Ellos pueden. Tú debes ser paciente y morderte la lengua, no ofrezcas consejo si no te lo piden.
El brillante Jean Piaget propuso en sus acuciosas observaciones de los adolescentes, algo que llamó Síndrome del Salvador; una disposición a querer salvar el mundo que surge en los jóvenes en esta etapa. Anhelan poner algo allá arriba para sacrificarse todo en alcanzarlo. Los limites bien ejercidos, tu escucha, la fe en creer que ellos son capaces de encontrar este valor, son grandes apoyos para que ellos encuentren esa agua viva que les nutre y clarifica en qué quieren invertir sus vidas.
Anhelamos WONDER en sus vidas
No creas que lo tienes todo tan claro. Tus hijos e hijas pueden abrirte los ojos a un maravilloso mundo que aun desconoces… anhelas Wonder en la vida de tus hijos, pero la necesitas tú tanto o más que ellos… como generalmente sucede, para salir de una situación en la que has entrado por costumbre, se requiere habilidades que aún no has desarrollado. La llegada de un bebé a un hogar es de significación cósmica; desde el momento que llegan, todo nos está entrenando para vivir a plenitud, pero tenemos que abrirnos a la aventura de vivir fuera de nuestros marcos, parámetros y creencias.
Tenemos el potencial de ser co-creadores del universo, porque es eso lo que es la consciencia… y en tus manos tienes el más grande regalo de todo el universo, míralo desarrollarse y aprende tú también a vivir en consonancia con esa maravillosa etapa, es una habilidad que te ayudará a crecer. En el proceso, fortalecerás tus relaciones, afianzarás tu hogar y te prepararás para cualquier adversidad que tu familia pueda enfrentar.
Wonder es el resultado de una vida bien vivida.
EPILOGO: Un mensaje para mis hijas Claudia y Sofia
Yo creía que escribía para mí, para afianzar mi proceso, dar base a mis alas que quieren alzar vuelo y despegarse de todo; para dejar una conexión con el yo que todos conocen, aunque sea con una delgada línea de letras. Pero con estos dos últimos artículos he descubierto porqué escribo: dedico horas sentado cada semana porque mi alma anhela, al umbral de lágrimas y dolor, el poder compartir con mis hijas toda la luz que he recibido; escribo porque no sé cuándo ellas pueden en verdad apreciar y entender la sabiduría que se escarba en los fangos de la vida, mientras alzamos la mirada a las estrellas. Escribo para mañana, cuando no tenga la claridad de mente y don de palabra, ellas puedan aprender algo de lo que yo he sido afortunado en recibir.
Esa es la verdadera razón.
El próximo miércoles
¿Están ahí las paredes para empujarlas?
Vivimos la vida empujando y jalándolo todo, haciendo presión y evadiendo… vamos apurados y no tenemos claro a dónde vamos. Nos metemos en un laberinto y nos estamos perdiendo la mejor parte del camino.
EL PUNTO a la i
Puedes leer aquí la Parte 1 del presente artículo:
Los Adolescentes: ¡Nuestra Sombra hecha realidad!
El historial de la columna está en cdots.substack por si quieres revisar artículos anteriores.