Apuntando hacia arriba
continua el Ciclo LA SEMILLA DE MOSTAZA, un testimonio personal sobre la resiliencia
Al final todo terminará bien… y si no está bien, ¡No es el final!
Yo soy emprendedor desde mi juventud… dos veces he soñado en grande y he fracasado; ambas veces me lo jugué todo… “parece que mi ‘todo’ no es suficiente”. Ambos fueron muy duros golpes… el último tuvo la facultad de destruir absolutamente toda la vida por la que tenía unos 22 años trabajando, más de 1 año antes de mudarme a Barcelona, España: tuve que concluir la etapa de convivir con lo más valioso en mi vida hasta ese momento: mi familia. Luego tuve que conformarme de poder ver a mis hijas haciendo de transporte escolar y estar con ellas un finde cada quince días… el hueco que marcó ‘dejar de convivir con ellas’ era un vacío continuamente presente que evitaba ver. Sin embargo, emocionalmente no se comparó al vacío generado por el fracaso de pareja que era la base de mi familia… voces en mi cabeza me decían “no eres buen proveedor”, “no eres buen hombre”, “no sirves…” no me llegué a creer la coletilla de esa última frase que es lo que causa los descarrilamientos trágicos, la desesperanza: “… y nunca servirás.”
Ambos fracasos los uní dentro de mí y no dejaban entrar al sol.
‘Otra vez en la trinchera’
Hace unos 25 años caí en un profundo agujero. Es así, hay veces en la vida que tocas fondo. Por fondo quiero decir que con tus nodillos golpeas el suelo del profundo hoyo en el que estás y te das cuenta de que para seguir más abajo solo puedes hacerlo muriendo... y tonteas con esa idea. La única manera de salir de ese oscuro y profundo hueco es perdonando… al principio crees que el ‘sacrificio’ de perdonar duele más que donde estás. Pero allá abajo, desnudo en ese hueco oscuro, el aire está viciado y necesitas soltar peso para comenzar a escalar… empiezas perdonando a los otros y es entonces que puedes comenzar a subir. Pero hasta que no te perdonas a ti mismo no sales por completo del hueco.
Al final reconoces que no era un hoyo, sino una trinchera que te resguardaba de todo lo que podía desmembrarte por completo.
Yo salí al final de la primera trinchera hace 21 años, luego vine a España con algo de dinero en el bolsillo y con la visión de crear un movimiento de comunicación consciente. Muy poco después comencé la más bella relación de amor de mi adultez… al comienzo sentía que no me lo merecía, era demasiado perfecto; pero reza un dicho norteamericano: “Life is messy” (ES: La vida es complicada; o también, ‘se complica’). Yo me esforzaba por ser un buen esposo y padre, creía que era lo que tenía que hacer y ella creía que me ayudaba… los dos estábamos equivocados. Yo perdí la visión de mi sueño creyendo que asumir el rol en la familia era lo que me exigía la vida, la llama de quién visionaba ser y a dónde quería llegar se fue apagando y la relación entre nosotros se iba oscureciendo. Yo redoblaba más en ser “mejor” padre de familia y eso me alejaba de mi sueño y de mi esposa.
Recuerda: en este ciclo, al igual que otros, estamos construyendo sobre las ideas que anteriormente hemos compartido. Te comparto los links de los anteriores artículos sobre este ciclo (LA SEMILLA DE MOSTAZA) para que no te los pierdas.
… entonces caí en la segunda trinchera.
Cuando hace tres años y medio salí del que hasta entonces había sido mi hogar, me volví a encontrar otra vez en ese “profundo hoyo”, pero ese fondo ya lo conocía; aunque profundicé más que la vez anterior, sin embargo, no me afectó emocionalmente lo mismo.
Comencé a consumir videos y formaciones de liderazgo y dos personajes me cambiaron la vida: Admiral McRaven y sobre todo Jordan Peterson. Por meses escuchaba diariamente 5 o 6 horas de videos… esas ideas me retaban, me inspiraban, me ayudaban a poner en contexto qué estaba pasando. Pocos meses después de continuado esfuerzo decidí hacer un curso de “Autoría de Vida” del Dr. Peterson. Descubrí que necesitaba otra vez escribir para procesar lo que mi vida me estaba diciendo… y para hacerlo corto, comencé a escribir artículos para sostenerme, orientarme y discernir mis emociones. Sin reconocerlo, mis escritos eran un diario, una suerte de testimonio del esfuerzo por encontrarme y orar por escrito para discernir el laberinto que había forjado de mi vida... ¡mi Vida Interior volvió a florecer!
Pero hoy descubro que las dos ‘trincheras’ que he sufrido y superado pesan en mí… aún oigo los golpes de mis nudillos con el suelo del fondo como el resonar de tambores en Jumanji. Venía desde hace tiempo pensando – “quizás no me había perdonado por completo” – por temas varios que había perpetrado en el pasado o por mi divorcio que, por pura ignorancia, me había lanzado otra vez en la profunda trinchera… pero no, no era perdonarme lo que me hacía falta.
A ver cómo lo puedo decir…
Cuando en la segunda trinchera, cuando las circunstancias me habían desnudado otra vez, tenía frio y sabía cuan vulnerable era, cuando no encontraba la manera de consolarme o atravesar de una vez el fondo y acabar con esta frágil realidad… escuche un llamado, como un hermoso cántico desde la apertura del hoyo, allá arriba donde se veía la luz; era la alegría y sonrisa de mi hija de 5 años. Entonces reconocí lo que mi “tontería” le haría… ella me hizo mirar arriba y visionarme afuera de ese oscuro y asolado espacio en el que estaba. Fui tomando fuerzas, perdonando, tendiendo mi cama cada día, ordenando mi habitación y también mi pequeño mundo, corriendo cada mañana a las 3:30am mientras oía a Jordan Peterson, yendo a trabajar lo mejor que podía y escribiendo por unas 2 horas cada mañana de la semana. Fue entonces que me di cuenta: “alguien me está ayudando.” Yo estaba vacío y ese “alguien” me impulsaba y guiaba como tomando mi pie y llevándole adelante del otro para avanzar paso a paso. Fue cuando comencé a pintar los fines de semana; y entonces Él irrumpió, yo caí rostro en tierra… desde ese día, un GRACIAS comenzó a ser el continuo cántico desde mi despertar, durante el día y antes de acostarme.
En ese momento, mi querida Venezuela irrumpió en mi presente; un gran proyecto se encendió en mí. A pesar de que tenía muy restringidos mis medios económicos, invertí en tratar de lograr la alianza que podía aportar las condiciones que generaran la posibilidad para que dicha empresa se hiciera realidad… y fracasé otra vez en ese intento. Yo aun no estaba donde tenía que estar para poder aprovechar la oportunidad… es más, ¡Aún no estoy!
Volvamos atrás otra vez…
Cuando estaba saliendo de la segunda trinchera, en el periplo que reseñé antes, sentí una voz que me decía, “has tu trabajo con excelencia”. Muy pocas veces puedo decir que la voz interior de Él la he experimentado con tanta claridad… ésta fue una de esas instancias. Yo trabajaba en una empresa, que a pesar de ser un proyecto transnacional de más de 100 años de historia y que representaba una gran marca, en España era un gran desorden: eran deshonestos con su misión, visión y sus clientes; se vivía un gran “desorden” de gestión y además es una empresa de servicios; evidentemente, nosotros los comerciales nos comíamos todos los marrones. Yo racionalicé, “no es aquí donde me pide que lo haga, debe ser que me dice que haga ‘mi trabajo con excelencia’ en general.” Craso error. Busqué salir de allí a otro lugar que ‘a mi juicio’ iba a ser mejor e inicié un ciclo de problemas y obstáculos que ahora no voy a relatar. Lo que si voy a decir es que esos problemas me han distraído mucho; la parte positiva es que han templado mi carácter y me han hecho aprender mucho, pero mucho: primero, de quién soy y luego el error de interpretar dónde tenía que enfocar mi verdadero trabajo y hacerlo con excelencia.
Hoy me encuentro hundido en un mar de deudas, con mucha dificultad puedo afrentar mis responsabilidades de un techo, comida y gasolina o inclusive económicamente estar con mis hijas cada dos fines de semana. La parte buena es que sigo aprendiendo mucho, estoy cada vez más centrado, escribo cada mañana, duermo bien y me alimento bien… soy pobre hacia afuera, pero inmensamente rico adentro. ‘Gracias’ sigue siendo mi cántico diario y mi vida gira en torno a la oración y la vida interior… sin embargo, mi determinación de entregarme por completo a el “proyecto” aún está a un 30%.
‘Soy emprendedor en serie’
Hoy entiendo que mi Vida no me pide que haga grandes proyectos, sino que suba la escalera donde estoy, que hoy suba el escalón que tengo enfrente… y ese es el trabajo y la responsabilidad del día: sólo subir ese peldaño. Los compromisos las hago sin chistar y alegre, pero el trabajo que ahora tengo no me inspira, es pesado, y en los últimos 2 meses he experimentado algo que no recuerdo desde hace varias décadas: los lunes me pesan y los viernes siempre se ven muy lejos. La profunda enseñanza que estoy comprendiendo es: “mi Vida es mi proyecto.” Ella me pide que haga lo que tengo que hacer ahora con excelencia y aprenda a “amarlo” … ahí es dónde está la felicidad: “aprender a amar lo que tengo que hacer.”
He vivido lo suficiente para saber que quién me cuida, mientras sea fiel a lo que tengo que hacer ahora, se encargará de alinear lo que visiono para el mañana; siempre Él ha sido más generoso que mis propios deseos o imaginación... mi reto es confiar en ello plenamente.
La Decisión
Aquí estoy de nuevo, al borde del precipicio viendo ante mis ojos el magnífico amanecer en el horizonte y con un gran vacío delante de mis pies… todo en mis fracasos anteriores y las circunstancias me presionan por detrás. Algo en mi me asegura que el precipicio es una ilusión, que el horizonte es real, que lo que creo que es volar es sólo dar un paso al frente… pero abro los ojos y veo la caída infinita y el más que posible despeñarme hasta el fondo del cañón. Sé que, si me giro para enfocarme en lo que me empuja, caigo; sé que no me puedo quedar de pie en el borde para siempre. Sé, en lo más profundo de mi ser, que asumir la responsabilidad de donde estoy es lo que me mantiene en el borde, pero no lo que me hace avanzar. Evidentemente es otra forma de responsabilidad con la que anhelo alcanzar mi Ser… es ello lo que tira de mi para que dé el paso hacia adelante.
Un pensamiento viene con la serenidad del ‘rocío de la mañana’, “sólo arriesgo soltar mi creencia de que dar ese paso puede destruirme.”
El próximo miércoles…
Dicen: “La esperanza es muy importante”
Hay que tener cuidado, “el que espera no actúa…” La esperanza es valiosa puesta en su lugar, para mantener la visión de a dónde voy. “A Dios pidiendo y con el mazo dando” reza un dicho en Venezuela. Visto que trabajas por mejorarte, que te descubres carente de importantes elementos, ¿Qué sigue?
Visionar una meta que tire de ti a través de toda adversidad.
EL PUNTO a la i
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